Han pasado los días, las semanas y los meses y el blog ha sido el gran abandonado. Pero con la llegada del verano, los fines de semana donde todos estamos más relajados y con la vista puesta en las vacaciones los que tengan, es un buen momento para recurrir a mi abandonado y dejar una marca más en forma de texto.El verano favorece la presencia de días llenos de sol, de calor agotador, de posibilidades de hacer actividades que el resto del año, sea ​​por falta de tiempo o porque el clima no lo permite, no se acaban haciendo. Se podría decir que el verano evoca sorpresas conocidas en la vida a menudo monótona que nos aporta el resto del año fuera del período de vacaciones. Y a menudo, en estas sorpresas de verano es donde se disfruta de esos pequeños placeres que no hacemos el resto del tiempo; desde no controlar los estrictos horarios que nos marca la sociedad, pasando por los viajes, las fiestas mayores, la playa, la montaña, el leer, el hacer deporte, el tocar instrumentos, el jugar, en definitiva, todo lo que permite tener una revulsión al día a día de la gente normal.

Y lo mejor de todo, es que en la gran mayoría de los casos lo disfrutamos, lo pasamos bien y siempre nos quedamos con las ganas de querer más, tener veranos más largos, tener más vacaciones, más tiempo para hacer cosas lúdicas, pero la rigidez social en la que estamos integrados acaba imponiéndose.

Y si aprovechamos este paréntesi para hacer del revulsivo una oportunidad para ser menos iguales a los demás y creer en la creatividad de cada uno de nosotros? Quizá gozaríamos no sólo de un verano diferente, sinó de una vida socialmente más atractiva.

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