La Viagra, también conocida por su nombre genérico, sildenafilo, es un potente fármaco que aumenta el flujo sanguíneo al pene, facilitando la erección. Ha demostrado su eficacia en el tratamiento de la disfunción eréctil, un problema frecuente que puede afectar significativamente a la salud sexual de los hombres y a su calidad de vida en general.
La Viagra actúa bloqueando la degradación del óxido nítrico. El óxido nítrico es un mensajero químico que provoca la dilatación de los vasos sanguíneos, aumentando así el flujo sanguíneo. Al preservar los niveles de óxido nítrico en el organismo, Viagra permite que los vasos sanguíneos se dilaten con mayor efecto.
Viagra dilata principalmente los vasos sanguíneos, un efecto permitido por el aumento de los niveles de óxido nítrico. Esta dilatación aumenta el flujo sanguíneo en todo el cuerpo, incluida la región del pene. Aunque se ha demostrado que el fármaco aumenta el tono vascular mediado simpáticamente y las concentraciones plasmáticas de NE, no constriñe específicamente los vasos sanguíneos.
Debido a sus efectos vasodilatadores, el Viagra favorece el flujo sanguíneo a través del corazón, facilitando que llegue más oxígeno a los pulmones y a otras partes del cuerpo. Este proceso es esencial para el funcionamiento general de los sistemas corporales, incluida la función eréctil.
El sildenafilo es el componente activo del Viagra.
Es un inhibidor selectivo de la fosfodiesterasa tipo 5 (PDE5), una familia de enzimas que degrada el GMP cíclico, una sustancia que favorece la relajación del músculo liso y la vasodilatación, un mecanismo fundamental para lograr y mantener la erección del pene.
Los estudios han demostrado que el sildenafilo dilata las arterias coronarias epicárdicas y mejora la disfunción endotelial, lo que puede mejorar significativamente la vasomoción coronaria fisiológica. Este hecho subraya los efectos polifacéticos de Viagra más allá de su papel en el tratamiento de la disfunción eréctil.
Aunque se utiliza principalmente para tratar la disfunción eréctil, el Viagra también tiene implicaciones para las personas con enfermedad arterial coronaria. Al inhibir la activación plaquetaria, el Viagra puede aportar beneficios terapéuticos a estos pacientes.
Uno de los efectos secundarios más notables del Viagra es el rubor, una afección caracterizada por enrojecimiento y sensación de calor en la piel. Este efecto es el resultado de la dilatación de los vasos sanguíneos cercanos a la superficie de la piel. Además del pene y el corazón, el Viagra puede estimular la vasodilatación en otras arterias, lo que provoca un descenso temporal de la presión arterial.
A pesar de su eficacia, el Viagra puede causar efectos secundarios. Aunque muchos de ellos son leves y temporales, como el mencionado sofoco, algunos pueden ser graves. Estos pueden incluir cambios en la visión, pérdida de audición, erecciones prolongadas, síntomas de ataque al corazón o latidos irregulares del corazón. Es crucial vigilar estos efectos y consultar a un profesional sanitario si persisten.
Los datos muestran que el Viagra actúa predominantemente como vasodilatador, no como vasoconstrictor. Su principal mecanismo de acción es aumentar los niveles de óxido nítrico, lo que provoca una mayor dilatación de los vasos sanguíneos y favorece el flujo sanguíneo. Este efecto es sistémico y no se limita a la región del pene, lo que explica su impacto en el corazón y otras partes del cuerpo. El fármaco puede reducir temporalmente la presión arterial debido a sus efectos vasodilatadores, pero no constriñe intrínsecamente los vasos sanguíneos.
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